Obviamente antes de nada de casetas a cenar por ahí, jugando al duro con el rebujito y terminando con el vino a palo seco. Sin para de comer ni de beber.Las noches se convirtieron en madrugadas, y el sol mataba ya a esas horas, porque ningún día se quedo el sol sin salir antes de irse a la cama.
Al coche-botellón se iban uniendo cada vez más gente, hasta el punto de que una noche apenas salimos del coche y teníamos allí casi más gente que en el resto de la feria.
Y poco más, que con la perplegía ya no me acuerdo de mucho más, así que ále, ahí van un par de fotos.

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